5/02/2012
El día comenzó, con la única compañía de la soledad. Todo
estaba oscuro y mis ojos buscaban cualquier rastro de luz que iluminara mi habitación.
Pasaron los segundos y los minutos y en la eterna espera de la luz, esta apareció. Atravesando la ventana como un penetrante rayo de sol, pude distinguirlo todo,
las formas, los objetos y con cada uno de ellos me traslade a un momento del
pasado que marco mi existencia hasta el día de hoy.
Tratando de abrir mis ojos, en la calma de la mañana mi día comenzó
con la rutina que marcaba la cotidianidad de mi todo, pensar, planear, decidir,
actuar y esperar las consecuencias de casa una de mis acciones. Concluyendo mis
labores encontré una pila de películas que me recordaban mi pasión por lo irreal,
lo fantasioso y todo lo que me ayudaba a escapar de la plenitud de la realidad.
Solo en medio de mi todo, emprendí mi viaje mental de
transportarme a cada mundo que las películas me mostraban; en medio del trance
mental y acompañado de golosinas, refrescos y muchas cosas más, comenzó el
primer día de una larga semana entregada a la ficción.
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