Somos un hoy que puede terminar
en un ya, demorarse hasta un mañana o persistir eternamente aunque solo sea en
una memoria…
Conocemos el ayer, pero no
aprendemos de él; planeamos el hoy, más no nos regimos por lo planeado;
aspiramos a un mañana, pero nunca tenemos la certeza de conocerlo. Todo, es más
que la unión de una realidad y un sinfín de fantasías. Vivimos el día a día
pensando en que podría ser el último. No obstante, no dejamos de lado la
preocupación de las consecuencias de cada una de nuestras acciones.
Con base en lo anterior, se
podría decir que las preocupaciones van más de la mano de las acciones, que del
sin número de oportunidades que dejamos pasar: Aprovechar la alegría de las
cosas pequeñas, disfrutar al lado de las personas que nos rodean, utilizar
cualquier cosa como excusa para sonreír o simplemente aprovechar un momento en
silencio, son solo unas de las cosas que no tenemos en cuenta por estar en la
búsqueda de algo aún mayor.
Es más importante aprender del camino, que durará día tras día, que solo pensar en la meta que se alcanzará cuando ya todo termine.
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